domingo, 29 de noviembre de 2009

Esquemas

Un esquema es la expresión gráfica del subrayado. Contiene de forma sintetizada las ideas principales, las ideas secundarias y los detalles del texto.

Su realización es importante porque te permite obtener una idea general del tema (de un sólo vistazo), profundizar en los contenidos básicos y analizarlos para fijarlos mejor en tu memoria.

¿Cómo elaborar un esquema?
  • Mediante una lectura comprensiva, realiza el subrayado, jerarquizando los conceptos, es decir, estableciendo cuáles son las ideas principales y las ideas secundarias.
  • Utiliza palabras claves o frases muy cortas, sin ningún tipo de detalle y en forma breve (trata de utilizar tus propias palabras).
  • El encabezado del esquema deberá expresar claramente la idea principal, de modo que al ir descendiendo se vaya enriqueciendo dicha idea.
  • Por último, elige el tipo de esquema que vas a utilizar. Hay gran variedad de modelos que dependerán de tu creatividad, interés o de la exigencia de la materia a estudiar.

Te presento algunos modelos:

Formulación de preguntas

Formulación de posibles preguntas de examen

El primer paso de esta técnica lo debes realizar durante el subrayado. Se trata de que aproveches la lectura del tema para identificar posibles preguntas de examen, subrayándolas con un color diferente o marcándolas con un símbolo especial.

El segundo paso lo efectuarás después de terminar tu resumen. Es entonces cuando deberás escribir cada posible pregunta de examen, con su correspondiente respuesta.

Es fácil formular preguntas de examen si conviertes los títulos y subtítulos en interrogantes tales como: ¿qué…?, ¿quién…?, ¿dónde…?, ¿cuándo…?, ¿por qué…?, ¿cómo…? Esto es exactamente lo mismo que hacen tus maestros al preparar una prueba.

Mediante la formulación de preguntas de examen podrás utilizar una estrategia final que consistirá en la auto aplicación de un examen de práctica al final de tu sesión de estudio. Este ejercicio aumentará dramáticamente tu capacidad retentiva y confianza en el día del examen. Esto no tiene nada de extraño pues, para entonces, seguramente ya habrás estudiado todas las preguntas que aparecerán en él.

Repaso

Debes repasar tus resúmenes y -en caso de estar utilizando el método básico reforzado- las posibles preguntas de examen.

Si tienes tiempo suficiente hazlo en voz alta; la lectura será más lenta, pero te ayudará a una mejor memorización debido a que serán dos los sentidos que intervengan (vista y oído).

Siempre que leamos en voz alta, hagámoslo caminando. La razón es que el movimiento general ayuda en el funcionamiento del cerebro; además, al moverse se estarán relajando los músculos de la espalda y el cuello, que son los primeros que se cansan al estudiar quietos. Hagámoslo pronunciando las palabras lo suficientemente fuerte para escucharnos, como si estuviésemos leyendo un noticiero en la televisión. Es recomendable, además, tomar el libro con una mano y gesticular con la otra, realizar mímica de lo que leemos. Esto también ayuda indudablemente a una mejor fijación de las ideas centrales.[1]

Una vez hecho todo lo anterior, explícate a ti mismo lo que acabas de leer, con tus propias palabras, en voz alta y sin ver tus notas. Si no eres capaz de hacer esto y recordar lo que acabas de estudiar, mucho menos podrás recordarlo dentro de varias semanas en el día del examen. Esta autoevaluación también puede realizarse en grupo, ya que una de las mejores maneras de arraigar el conocimiento de una cosa consiste en explicarla a los demás.

El repaso es una parte fundamental de este método. Si no volvemos a repetir y alimentar nuestra memoria, una y otra vez, corremos el riesgo de olvidarlo todo, con el simple paso del tiempo.

Por lo tanto, te sugiero que programes tus repasos de la siguiente forma: el primero dentro de las primeras 12 horas, el segundo repaso a la primera semana, el tercer repaso al mes y el último repaso antes del examen.

Aplica los pasos de este método al estudiar cada una de tus materias. Te aseguro que los buenos resultados comenzarán a darse antes de lo que te imaginas.

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[1] Olcese, Alfieri, Cómo estudiar con éxito, técnicas y hábitos para aprender mejor, Ed. Alfaomega, p.p. 79-80

Resumen

Utilizando el material subrayado, redacta con tus propias palabras cada tema. Es muy importante que no intentes realizar este paso antes de haber leído, comprendido y subrayado las ideas principales del texto.

Al escribirlo con tus propias palabras estarás fomentando un aprendizaje real y significativo. Evita al máximo la memorización mecánica que muchos alumnos utilizan.

Complementa el resumen con los apuntes que tomes durante las clases.

Tus resúmenes serán el único material que tendrás que repasar cuando te prepares para los exámenes. Si aprendes a realizarlos correctamente, te ahorrarás muchísimo tiempo y esfuerzo.

Subrayado

Encuentra las ideas principales

Después de la lectura previa, date un respiro y regresa al principio del capítulo o tema. Ahora vas a leer detenidamente cada párrafo.

En esta etapa el objetivo será comprender lo que el autor quiere decirte, separando la información relevante de la información poco relevante.

Si el estudiante que trata de aprender de un texto no sabe o no es capaz de separar lo esencial de lo no esencial, difícilmente puede comprender el significado del texto; en estos casos se suelen almacenar o grabar memorísticamente los datos para luego reproducirlos mecánicamente.[1]

Lo que tienes que hacer es subrayar la idea principal de cada capítulo o párrafo, incluyendo todo lo que te parezca interesante. Puedes utilizar un marcatextos (existen diversos colores llamativos) o un lapicero de color (la psicología industrial dice que el rojo es el color que más impresiona a la retina).

Utiliza diversos símbolos y utiliza el diccionario para buscar el significado de las palabras que desconozcas.

Aprovecha esta lectura para identificar posibles preguntas de examen, subráyalas y márcalas (por ejemplo, con una E). Es fácil formular preguntas de examen si conviertes los títulos y subtítulos en interrogantes tales como: ¿qué…?, ¿quién…?, ¿dónde…?, ¿cuándo…?, ¿por qué…?, ¿cómo…? Esto es exactamente lo mismo que hacen tus maestros al preparar una evaluación.

El subrayado es indispensable en todo proceso de estudio y su uso eficiente requiere cierta capacitación. Cuando algunos estudiantes empiezan a hacer prácticas de subrayado, se reflejan dos defectos: subrayan poco o subrayan mucho. Lo más recomendable es practicar, y en forma progresiva se superarán ambos defectos.[2]


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[1] Beltrán, Jesús, Enciclopedia de Pedagogía, Ed. Espasa, vol. 1, p.131
[2] Olcese, Alfieri, Cómo estudiar con éxito, técnicas y hábitos para aprender mejor, Ed. Alfaomega, p.125

Lectura rápida

El objetivo de este primer paso es que obtengas una visión global del contenido del libro o capítulo que te corresponda estudiar.

Analiza rápidamente el título, portada, contraportada, índice, introducción, gráficas, figuras y cuadros.

Después de esto dale una lectura rápida a todo el capítulo, prestando especial atención al principio y al final de cada tema (la mayoría de los autores siempre exponen sus ideas principales al comienzo).

Al leer, sigue con un dedo el renglón. Esta técnica te ayuda a leer al paso que quieras. Además, descubrirás que es más fácil concentrarse cuando el cuerpo también participa.[1]

Tómalo como una fase de “calentamiento”. Lo importante será que adquieras el sentido global del tema, para que al final puedas comprender el texto en su totalidad.

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[1] Marshall, Brian, Estudiantes de Éxito, Ed. Selector, p.45

Consejos para los exámenes


Uno de los mayores errores que cometen los alumnos es esperar hasta un día antes del examen para comenzar a estudiar. Entonces llegan a la evaluación cansados, con los ojos irritados por la falta de sueño y con muy pocas probabilidades de salir bien librados de la prueba. Por eso es tan importante formarse el hábito de estudiar todos los días.

Si pones en práctica un método de estudio, no deberías sentir temor por ningún examen.

De todos modos, dado que los exámenes son tan inevitables como la muerte, a continuación encontrarás una serie de consejos y sugerencias que te ayudarán a mejorar tus habilidades para presentarlos:


  • Para que tu mente pueda rendir al máximo, duerme bien la noche anterior al examen.

  • Levántate temprano y llega puntual a la escuela, seguro de tus conocimientos.

  • No creas que tu memoria va a funcionar en un 100%. Por tanto, no te desesperes si algo se te olvida.

  • Asegúrate de que comprendes perfectamente el contenido de cada pregunta, antes de pretender responderla. Si tienes dudas vuelve a leerla y si aún así no te queda clara –siempre y cuando esté permitido– pregúntale al maestro la interpretación.

  • Planea el uso del tiempo durante el examen. Para ello lee previamente todo el examen y divide tu tiempo para que puedas terminarlo.

  • Si encuentras una pregunta muy difícil, será mejor que te la saltes y sigas con las demás. Después regresa y enfócate en responderla.

  • No copies ni des la impresión de que estás utilizando “acordeones” o algún otro instrumento fraudulento.

  • Concéntrate en resolver tu examen, no el de tu amigo o amiga.

  • No te sientas mal si otros terminan antes que tú. Tampoco quieras ser el primero en terminar; los exámenes no son carreras de caballos, así que tómate tu tiempo para resolverlo, revisar tus respuestas y, si puedes, corregir los errores que hayas cometido.

  • En los exámenes objetivos de opción múltiple nunca pongas lo primero que se te ocurra. No son adivinanzas. Se supone que están hechos por especialistas y sólo una de las opciones que se te presentan es la correcta.

  • Asegúrate de contestar todas las preguntas. Si no estás seguro de alguna respuesta y te ves en la necesidad de adivinar, hazlo inteligentemente: lee cuidadosamente todas las respuestas, descarta las que sabes que no son correctas y elige entre las restantes.

  • Antes de entregar tu examen, revísalo. Asegúrate de que tu hoja de respuestas esté claramente marcada con un lapicero oscuro y borra cualquier marca de más.

Recuerda que el que saca las mejores calificaciones no es el más inteligente, sino el mejor preparado.